Nuestra creencia en Santo Domingo de Guzmán, la fe en Dios y en su guía por medio del Espíritu Santo, nos sostendrán en un mundo cada vez más problemático.
Muchas veces los inconvenientes empiezan a agobiarnos y la fe que aparentemente tenemos comienza a desaparecer, porque es muy sencillo tener una actitud agradecida, esperanzadora y feliz cuando todo marcha bien, pero lo más importante es poder mantenerla cuando las cosas empiezan a ponerse duras y difíciles para nosotros. Tener fe y esperanza en nuestros corazones es reconocer que Dios está dentro de nosotros y que siempre nos protegerá, ayudará y enseñará sin importar las circunstancias con las que debamos lidiar. Esa fe nos inspirará a ser mejores, nos dará fuerzas y voluntad para ser cada vez mejores. Esa fuerza interior que nos aporta esperanza, valía, confianza y coraje. Ese impulso que nos ayuda a creer en nosotros mismos, y sobre todo, en esa capacidad para superar adversidades y para hacer que nuestros sueños sean posibles.
En definitiva lo realmente esencial es que nuestra convicción personal nos ayude a creer en lo que valemos, en todo lo que merecemos. La fe es la capacidad que tiene el ser humano de hacer frente al miedo, para construir sobre la relación de amor que une a Dios y a Santo Domingo de Guzmán.
