FORMACIÓN MÉDICA Y DESARROLLO CIENTÍFICOEn la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires, Carrillo se destacó rápidamente por su desempeño académico. Su paso por la universidad coincidió con una etapa de fuerte influencia positivista en la enseñanza médica, centrada en la clínica hospitalaria y la especialización técnica. Sin embargo, Carrillo amplió ese horizonte a partir de una sólida formación en investigación, particularmente en neurología y neurocirugía, campos en los que realizó aportes originales que le valieron reconocimiento temprano.Durante la década de 1930, profundizó su formación en el exterior, donde entró en contacto con centros científicos europeos y con corrientes de pensamiento que comenzaban a vincular medicina, estadística y organización social. A su regreso al país, se integró a instituciones clave del sistema hospitalario y universitario, fundó laboratorios, dirigió servicios especializados y desarrolló una intensa labor docente. En esos años comenzó a delinear una concepción de la medicina que desbordaba el ámbito estrictamente clínico y se proyectaba hacia la sociedad en su conjunto.
EL PASO A LA SALUD PÚBLICALa irrupción del peronismo en la vida política nacional modificó de manera sustancial el lugar de la cuestión social en la agenda del Estado. En ese nuevo escenario, Carrillo fue convocado para asumir responsabilidades en el área sanitaria. Su incorporación al gobierno no fue un giro improvisado, sino la consecuencia lógica de una trayectoria intelectual que ya concebía la salud como una política pública estratégica.La creación de la Secretaría de Salud Pública y, posteriormente, del Ministerio de Salud Pública de la Nación, constituyó una transformación institucional sin precedentes. Por primera vez, la salud fue organizada desde una perspectiva nacional, con planificación centralizada, criterios técnicos y una clara vocación federal. Carrillo fue el primer titular de ese ministerio, y desde allí impulsó una reforma profunda del sistema sanitario argentino.TRANSFORMACIONES SANITARIAS Y PLANIFICACIÓN ESTATALDurante su gestión se produjo una expansión inédita de la infraestructura sanitaria. Se construyeron hospitales, policlínicos, institutos especializados y centros de salud en todo el país, muchos de ellos en regiones históricamente relegadas. Esta expansión no fue meramente cuantitativa: respondió a un modelo que articulaba atención hospitalaria, medicina preventiva y acción territorial.Las campañas contra enfermedades endémicas, la mejora de los indicadores de mortalidad infantil y el aumento de la esperanza de vida reflejaron los resultados de una política sostenida. Al mismo tiempo, se impulsó la formación de recursos humanos especializados en sanitarismo, se incorporaron herramientas estadísticas y se promovió una concepción integral del paciente, entendido como sujeto social y no sólo como portador de una patología.Carrillo sostenía que la eficacia de la medicina dependía de su capacidad para llegar a la población. En ese sentido, su pensamiento se alejaba tanto del elitismo académico como de la improvisación asistencial. La salud pública, para él, debía basarse en conocimiento científico, planificación y una fuerte presencia del Estado.
OBRA INTELECTUAL Y CONCEPCIÓN DE LA MEDICINAParalelamente a su labor de gestión, Carrillo desarrolló una obra teórica de gran alcance. Sus escritos sobre política sanitaria y organización hospitalaria sistematizaron una experiencia inédita en la Argentina y ofrecieron un marco conceptual para pensar la salud como un fenómeno social. En esos textos se expresa una visión humanista de la medicina, donde la enfermedad no se explica únicamente por causas biológicas, sino también por condiciones de vida, trabajo y organización social.Su pensamiento incorporó elementos de la historia, la sociología y la estadística, en una síntesis poco frecuente en el ámbito médico de la época. Esta mirada integral fue una de las razones por las cuales su figura generó adhesiones, pero también resistencias dentro de sectores profesionales y políticos.
CAÍDA, EXILIO Y MUERTEEl derrocamiento del gobierno peronista en 1955 marcó un quiebre definitivo en la vida de Carrillo. Apartado de sus cargos, perseguido políticamente y marginado del ámbito académico, debió abandonar el país. El exilio lo llevó a Brasil, donde se instaló lejos de los centros científicos y del reconocimiento institucional que había alcanzado.En Belém do Pará ejerció como médico en condiciones modestas, atendiendo a poblaciones rurales y alejadas. Esa etapa final de su vida contrasta de manera dramática con la magnitud de su obra anterior. Enfermo y empobrecido, murió en 1956, prácticamente en el anonimato, lejos de su país.
MEMORIA Y LEGADODurante años, la figura de Ramón Carrillo fue silenciada o relegada en los relatos oficiales sobre la historia de la medicina argentina. Sin embargo, su obra sobrevivió en las instituciones que ayudó a construir, en los profesionales que formó y en las políticas sanitarias que dejaron una huella duradera.Hoy, su trayectoria permite reflexionar sobre un período en el que la salud fue concebida como una responsabilidad indelegable del Estado y como un derecho social. Carrillo no fue únicamente un médico destacado ni un funcionario eficaz: fue un pensador de la salud pública que entendió que la enfermedad, en sociedades desiguales, no puede separarse de la miseria, la exclusión y la falta de oportunidades.Su vida, atravesada por el reconocimiento y el destierro, resume las tensiones de una Argentina que osciló entre proyectos de inclusión y rupturas traumáticas. En esa tensión, Ramón Carrillo dejó una de las contribuciones más significativas a la construcción de un sistema de salud moderno en el país.
Fuente: Revisionismo Histórico Argentino