Esta es la historia más extravagante y graciosa de todas las que escribí. Quizás por esa intensa carga surrealista, se me hizo entrañable a más no poder, provocando un impulso irresistible por contarla.
Como ya adelanté, Ernesto estaba cursando el último año del secundario en la ciudad de Salta. Por entonces, tenía como profesora a una mujer que era esposa de un Coronel del ejército. En un momento ella, dirigiéndose a la clase les prometió que si se portaban bien, los iba a llevar a ver la filmación de la película 'Taras Bulba' que se filmaba justamente en los terrenos del ejército. En esa época el protagonista de esta historia, tenía un compañero jujeño que andaba en un Renault Gordini. En ese vehículo subió junto al dueño del auto y a dos compañeros más, para ir a ver la filmación.
Hay que reconocer que en esos años Tony Curtis estaba en lo más alto del estrellato Hollywoodense, y coprotagonizaba la ‘peli’ con otro enorme actor llamado Yul Brynner.
Ernesto rememora: “El asunto fue que Tony Curtis estaba andando a caballo. Era entre las 10 y las 11 de la mañana. Se notaba claramente que el tipo no sabía andar a caballo, y yo, ‘pelotudo’, creyendo que el tipo no me iba a entender por el idioma, empecé a gritarle... eeeee, maricón, que marica, marica”.
El joven bromista, entre carcajadas estruendosas y burlonas, continuó diciendo, ‘Mírenlo al Tony, que marica que es, no sabe andar a caballo’.
“Maricón le gritaba yo, mirando a mis amigos que también festejaban el insulto. Estábamos como a 50 metros del tipo. De pronto veo que Tony Curtis se baja del caballo, le da a alguien que se lo tenga, y se me viene al ‘humo’ enloquecido. Entonces uno de mis compinches me dice, mirá turco ahí viene Tony Curtis y se ve que ‘te va a hacer cagar’, así que metete en el auto. Entonces me meto en el auto, me tiro en el asiento de atrás y le pongo seguro a las puertas. El tipo perturbado a más no poder y a punto de romper el auto, tironeaba la manija. Entonces los changos me empezaron a gritar diciéndome ‘abrila, abrila, abrí la puerta’. Le abro la puerta y el tipo me empezó a hablar en inglés acusandome con razón que yo le decía ‘marica, marica’. Hasta que llamó al interprete, entonces yo pávido por lo que me estaba pasando, empecé a decirle que hubo un mal entendido porque cuando yo decía ‘maricón, maricón’ me refería a mis amigo pero jamás a él. La verdad es que yo tenía un ‘cagazo’ encima. Al final el intérprete le explicó que yo no le había dicho a él. Entonces el tipo me agarra y me da la mano. Después se enteró la profesora y nos cagó a pedos. Esa misma noche, con otro chango, fuimos a la casa en donde él estaba alquilando, y le dimos serenata. En ese entonces estaba de moda la zamba ‘Angélica’. Eran las 3 de la mañana y el tipo se levantó y nos dijo que por favor nos vayamos, porque los chiquitos de él estaban durmiendo. Nos fuimos contentos igual, pero sin ser conscientes de lo descomunal de esa vivencia. Fijate vos sobrino, hace 59 años de esta anécdota y todavía al recordarla, me arranca carcajadas por la audaz travesura adolescente”.
CURIOSIDADES DEL FILMS
El 17 Septiembre de 2019, Gerardo Cadierno escribió TARAS BULBA, EL GAUCHO (https://www.inforegion.com.ar/), allí refiere lo siguiente:
“Si hay una escena inolvidable por su épica en la película ‘Taras Bulba’ con Yul Brynner y Tony Curtis es la cabalgata a Dubno.
Esta escena del largometraje basado en la novela homónima de Nikolai Gogol y dirigida por J. Lee Thompson y musicalizada por Franz Waxman, recrea la cabalgata de los cosacos para expulsar a los polacos que dominaban Ucrania de la ciudad de Dubno.
Lo curioso de esta escena filmada entre 1961 y 1962 es que ante la negativa de la URSS de que se rodara en las estepas ucranianas, se decidió hacerlo en Salta.
De la escena participaron soldados del Regimiento V de Caballería cedido por el entonces presidente Arturo Frondizi que fueron entreverados con gauchos llegados de varias localidades del norte.
Los jinetes argentos fueron entrenados para poder ‘actuar’ por Jerry Brown quien también tuvo a su cargo el entrenamiento de los aurigas de la carrera de Ben Hur, mientras que las escenas de riesgo y de dobles están a cargo de Clyff Lyons, una leyenda que viene desde el cine mudo.
Más de mil jinetes se aprestaron para ir a sitiar una Dubno de cartón piedra que debió ser pintada una y otra vez ante la insistencia de los salteños en dejar sus nombres grabados en las paredes de la fortaleza de utilería.
Salta, la linda les salió carísima: “Nos quieren cobrar cinco veces más de lo que las cosas valen”, se quejaba el productor Harold Hecht. Tampoco le fue mejor a la hora de publicar avisos en El Tribuno implorando por la devolución de vestuarios de época, y armas de utilería que los salteños decidían guardar para sí como recuerdo.
Otro de los tormentos cotidianos de la producción eran las escapadas de los caballos que eran soltados por los mismo cuidadores para que luego sus parientes cobraran 50 mangos por cabeza a la hora de recuperarlos.
Mientras los diarios salteños publicaban fotos de sus paisanos en distintos papeles, los gringos llegaban con muchas novedades a la ciudad que aún no conocía la TV.
La primera fue el dólar y con él los los jeans, el rock, cigarrillos, raros vestidos y peinados nuevos, los vinilos y la Coca Cola.
Para que los gringos supieran quien mandaba, Rubén Fortuny, que fue jefe de Policía local organizó un ‘Sindicato de Extras’ y llevó adelante una huelga que paralizó la filmación por unos días. Además de vigilante, Fortuny interpretó al cardenal polaco. Que la lucha por la justicia social no mate al artista.
Tras superar la amenaza por parte de los centauros salteños de cargar contra el centro de la capital provincial si no había arreglo, cada extra montado recibió cerca de 1500 dólares semanales más comida y alimento para los caballos.
La película fue estrenada en Salta y la recaudación se donó a entidades de bien público.
Atrás quedaron, las tertulias con el matrimonio Brynner, los romances de Tony Curtiss, y las revolcadas entre las mozas salteñas y los gringos. Ese día toda Salta fue a verse y las salas estallaron.
En el resto del mundo, la película fue un fracaso y marcó el declive de sus protagonistas. Salta nunca más volvió albergar una superproducción de cine. Hollywood aprendió la costosa lección y prefirió llevar su glamour y sus dólares hacia locaciones más amables como la andaluza Jaén o la extinta Yugoslavia.
La novela es la historia corta más extensa que haya escrito Gógol. Su estilo es de no ficción con personajes que no son exagerados ni grotescos, aunque algunos estudiosos opinan que su caracterización de los cosacos es algo exagerada. Esta historia puede ser interpretada en el contexto del movimiento de nacionalismo romántico en la literatura, que se desarrolló en torno a una cultura étnica histórica que abraza un ideal romántico.