Evocación siempre destacada de “La Magda”

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Evocación siempre destacada de “La Magda”
Evocación siempre destacada de “La Magda”

El martes 8 de abril se cumplió un nuevo aniversario del natalicio de “La Magda”, una de las principales locutoras salteñas, y madre del director de FM ANTA, Marcelo Wayar Sirolli. Ella nacido en 1.924 y falleció a fines del 2007.

Junto asu hijo menor Marcelo, en VÍA BUENA realizamos un programa especial donde recordamos a esa mujer de voz maravillosa y cautivante. Escuchamos fragmentos de entrevistas, publicidades y radioteatros en donde Magdalena era protagonista excluyente. Además, repasamos su vida y destacamos su entereza, aún en momentos de dolor físico generados por grave enfermedad.

Entre las expresiones más lindas que se brindaron a Magda, destacamos las efectuadas por Armando Caro Figueroa, quien realizó una síntesis completa sobre la vida de la genial locutora.

“La espléndida y mágica voz de doña Magdalena Sirolli de Wayar, gran actriz y locutora, puebla mis recuerdos de infancia y adolescencia. En los años 50 mientras los porteños ya disponían de televisión, la radio, junto con las revistas de historietas, era la principal vía de acceso de muchos salteños al mundo de las ficciones, la literatura, el ocio y el arte.

Los concursos de preguntas y respuestas, los programas cómicos, los recitales folklóricos y, fundamentalmente, los radio-teatros ponían en contacto a una masiva audiencia con variadas manifestaciones de la cultura.

Si bien las cadenas nacionales de radio nos permitían disfrutar de creaciones porteñas (Las dos carátulas, Los Pérez García o las estelares presentaciones en vivo de las orquestas de tango), la mayor parte de los contenidos radiales era de producción local.

Se trataba, en todos los casos, de cuidados programas realizados y producidos por profesionales salteños (nativos o arraigados), con la ocasional presencia de invitados especiales que venían de Buenos Aires o de provincias vecinas. 

Más allá de los adelantos técnicos, no hay ningún aspecto en el que los programas contemporáneos de las emisoras locales superen a los de sus antecesoras en el tiempo. Ni siquiera en la locución comercial, un producto aparentemente (y sólo aparentemente) mecánico y al alcance de cualquiera que disponga de una voz.

No hay memoria de locutores que se tragaran las eses o que hablaran frente al micrófono como hablaba cualquier parroquiano en Pepe Guirro o en el bufete del Club Libertad. Las pulcras pronunciaciones de entonces, aún conservando el deje salteño, contrastan con el abrumador desarreglo que afea a más de un programa de las emisoras actuales.

Tampoco hay memoria de locutores o presentadores que hicieran, ‘a micrófono abierto’, comentarios vulgares, deslizaran chistes sosos o pusieran al aire anécdotas personales, de esas que, por su obviedad y chatura, jamás entrarán en ninguna historia. 

Un dato, si se quiere de interés sociológico, muestra que el patriotismo salteño fue, en este aspecto al menos, suficientemente inteligente y abierto como para permitir de buen grado, la presencia en la radio provinciana de voces con acento y dicción no ortodoxamente vallista, como fueron, entre otras, las de Juan Carlos Lagomarsino o de Marino Fernández Molina. Y también, cómo no, la espléndida voz de doña Magdalena Sirolli de Wayar, la gran actriz y locutora a quién rindo, con estas líneas, un personal homenaje. 

Antes de continuar, debo decir que los vínculos de mi padre con el mundo de la radio salteña y esa curiosidad de la que no logro desprenderme pese al paso implacable de los años, me franquearon el acceso al salón auditorio desde donde se trasmitían los principales programas en vivo de la radiofonía de los años 50. 

Fue así como pude presenciar en directo muchos capítulos de El León de Francia que, bajo guión de Roberto Valenti, ponían en el aire dos actores invitados (Luis Marelo y Mirta Novar) acompañados de un calificado elenco de artistas locales (Magda, María Elizabeth Alcántara, Elías Antar). 

Es posible que el traje de calle que usaba en su trabajo actoral Luis Marelo redujera el impacto de su discurso principesco, o que su rostro de galán aniñado amortiguara visualmente sus vibrantes desafíos a su pariente y rival don Felipe de Borgoña

Es posible también que un efecto similar produjera en las mentes juveniles del público que asistía, en Deán Funes  28 (¡otra vez esta calle mágica¡), a las emisiones de esta radio-novela, el hecho de encontrarse, el día menos pensado, por ejemplo en la iglesia de San Alfonso, con la bella Alcántara.

O los brevísimos diálogos que yo mismo mantenía con Magda en los intervalos de Vístase Gratis, programa en donde ella realizaba la locución comercial a dúo con Venancio López. Pero aún así, aquella fue una experiencia maravillosa, de esas que excitan la imaginación y dejan huellas agradables. 

Un capitulo llamativo, incluso decepcionante, era el de los efectos especiales. En este sentido, el pequeño teatro de Radio LV9 contaba, por ejemplo, con una pequeña puerta portátil que era usada cada vez que don Luis de Valois entraba en su castillo, y con diversos objetos que servían para imitar los sonidos que, por exigencia del guión, debían salir al aire. 

Por ejemplo, varios vasos y cuchillos de mesa que eran utilizados por un hábil asistente para remedar el choque de las espadas en los más dramáticos combates entre los líderes de ambos bandos de la nobleza francesa. O el tablero donde el mismo fantasista reproducía con sus nudillos el galope de la caballería de los Valois y de los Borgoña

Si los disparos de armas de fuego eran simulados lanzando violentamente un cuchillo sobre el piso de madera del pequeño teatro, las balaceras y las descargas masivas de fusiles salían de un disco con infinidad de “efectos especiales” que el operador ponía al aire en el momento adecuado. 

El desencanto era mayor, también para las almas castas de los infantes asistentes a la función, en el momento de los besos apasionados de los protagonistas de la novela. Ninguna de las damas que representaban allí sus papeles habría permitido que caballeros de civil las besaran allí, en público, sin más motivo que el de representar profesionalmente y poner en los receptores salteños el beso de dos lejanos franceses enamorados furtivos. 

Según los criterios morales de aquella Salta distante, una cosa muy distinta era representar estos mismos besos cuando los actores estaban debidamente caracterizados con el ropaje de época y los atributos nobiliarios, como ocurría, si mi memoria responde a los ejercicios que a diario realizo con el sudoku, en las presentaciones de El León de Francia que la misma compañía llevó a varios pueblos del interior. 

La continua presencia de Magda, su calidez humana, su calidad profesional y su invariable elegancia, me sumaron pronto a la legión de sus seguidores y admiradores. Sin embargo, debí vencer la vergüenza inicial que me provocaba mi fracaso en el concurso radial que auspiciaba Confitería y Pastelería ARE y cuya locución comercial estaba a cargo de Magda.

Tras pasar meses esperando una salvadora llamada telefónica, levanté el tubo y contesté ¿Hola? en vez de Exquisita, perdiéndome una riquísima torta de ARE. Por supuesto Magda nunca supo que había sido yo (más tarde exitoso concursante de Vístase Gratis) el niño distraído que se perdió aquella torta inalcanzable”.

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