LA DICHA DE VIVIR DE LO QUE UNO AMA

- SOCIEDAD

LA DICHA DE VIVIR DE LO QUE UNO AMA
LA DICHA DE VIVIR DE LO QUE UNO AMA

Toda actividad humana tiene un fin. El trabajo honesto como todo oficio, tiende a constituirse en algo bueno y justo. La vida de Antonio Capellán establece como puntos más altos, su profesionalismo en el oficio de fotógrafo, su sencillez y su capacidad para crear una estupenda familia.

De lo que va de 2022, entrevistar a Don Antonio fue para mí uno de los momentos más afectuosos y encantadores. Quedé absolutamente maravillado al ver a un hombre de 87 años expresarse con tanta claridad, y mostrar unas enormes ganas de vivir. Antonio Capellán, de profesión fotógrafo, nació el 30 de marzo de 1.935 en la localidad de Coronel Olleros. Hijo de Gerónima Ramírez y Don Guillermo Capellán. Su mamá había nacido en Santiago del Estero, y su padre en Palma de Mallorca (España). 

Hace 58 años Antonio contrajo matrimonio con Elena Lazarte (tucumana). Con ella tiene cuatro hijos: Antonio (57), Susana Mariel (55), Fabián Aníbal (54) y Juan Guillermo (52) y seis nietos: Agustín (30), Lucas (28), Paula (25), Luciano (22), Valentina (17) y Germán (8).

En el año 1.957 comenzó a estudiar fotografía en la escuela Sandy de Buenos Aires. Esto lo hizo por correspondencia en el transcurso de un año. En 1.958 pone el primer estudio fotográfico en Joaquín V. González ubicado en la avenida San Martín 426. Tuvo el primer laboratorio de revelado en blanco y negro, y con el tiempo, el primer laboratorio de revelado a color en el departamento de Anta.

Ejerció su profesión como fotógrafo en todo nuestro departamento y además, en El Galpón, Taco Pozo (Chaco) y Monte Quemado (Santiago del Estero).

Fue radio aficionado desde el año 1.957 hasta 1.980 y corresponsal del diario El Tribuno, diario El Intransigente de Salta, y fotógrafo de la policía de Anta.

Durante su profesión de fotógrafo también se dedicó simultáneamente, a la venta de vidrios y a la fabricación de marcos para cuados y murales.

En el año 2.004 hizo la donación del equipo fotográfico y de radio aficionado al museo arqueológico en pro de la historia y cultura de la ciudad de Joaquín V. González. Dejó de ejercer su profesión en el año 2.004 cuando se jubiló.

LA FAMILIA 

La madre de Don Antonio era Gerónima Ramírez (nacida en Santiago del Estero), y su padre Guillermo Capellán, oriundo de Palma de Mallorca (España).

La tucumana Elena Lazarte (maestra y directora jubilada), fue quien definitivamente le robó el corazón. Fundaron ese amor un 27 de abril 1964 cuando se unieron en matrimonio. Con ella tuvo a sus 4 hijos: Antonio, Susana, Fabián y Guillermo. 

Antonio, que trabaja en el Sindicato de Obreros y Empleados de Minoridad y Educación (SOEME), nos decía sobre su padre: “Cuando uno tiene que expresar los sentimientos muchas veces cuestan sacar las palabras o encontrarlas para hacer una definición corta sobre alguien muy especial, alguien que fue tanto para mí como para mis hermanos un sostén, para nosotros y para mi familia.

Encontrar las palabras justas se hace difícil. Creo que la mejor forma de recordarlo o de definirlo es contando algunas experiencias que han sido puntuales y que han ido marcando mi vida y ser lo que soy hoy.

Mi viejo en la época de la primaria, fue junto a mi mamá, un gran apoyo. Mi mamá iba a la escuela, ella trabajaba en la Escuela el Arenal. Se iba a la mañana y volvía a la tarde, así que mi papá era quien nos daba el desayuno, nos cambiaba para ir a la escuela, al mediodía estaba mi abuela que en ese momento tenía un hospedaje, comida, así que sabíamos que teníamos que pasar por ahí tipo 11:30-12 a buscar la vianda de mi abuela después de la escuela.

Siempre él nos preparaba la comida, para que cuando nosotros salgamos de la escuela este todo caliente. Cerraba la casa de fotografía y nos íbamos a nuestra vivienda para después comer con él. Nosotros en ese momento vivíamos en la calle 25 de mayo, al lado de la relojería Valencia y los Castro. Después nos mudamos a la esquina Rivadavia donde es nuestra casa actual.

Otro recuerdo que tengo es cuando participaba en la cancha de básquet de la Escuela 204, que hoy es 704, en las competencias de karting, triciclo. Él era radioaficionado, LUCIOM era su clave de identificación. Me acuerdo que el karting y el triciclo tenían como una especie de sponsor. Corríamos a la vuelta de la cancha de básquet, y había que esquivar los fardos de alfalfa.

Salíamos a hondear, y después me regaló un rifle de aire comprimido con el cual a veces íbamos con mi papá y mi tío Beto a cazar. Mucho no me gustaba porque era vago para caminar.

Lo que si me gustaba era la pesca. Así que siempre iba a pescar con mi papá, con sus amigos, mi padrino el Chato Moreno, Acevedo, el petiso Cerviño, toda la barra de él.

Llegaba el viernes, y el sábado a la mañana empezaba a buscar la carnada, lombrices y anzuelos para que cuando él venga el sábado al mediodía, ya este todo listo y preparado para el domingo. Toda esa noche a mí me generaba ansiedad y no podía dormir, porque sabía que al día siguiente iba a ir a pescar y más con él y los amigos.

Apenas llegaba al río, a veces días fríos, toda la barra empezaba a desayunar, y yo loco y desesperado preparaba mi caña y me iba y me metía hasta la cintura. Me sabían

decir 'Antonito no te metas en el agua, te va a hacer cagar tu mamá'. En la adolescencia seguimos con la caza y la pesca.

Cuando aprendí a manejar en un Renault 12, las primeras lecciones fueron de mi papá. Íbamos hasta la curva de Olleros, siempre manejando y enseñándome como conducir. Otras veces me enseñaba el petiso Cerviño, el papá de Enrique.

Hablando de la curva de Olleros, me acuerdo que una vez con Pedro Kairúz estábamos con tos convulsa, 'la coqueluche'. Nos llevaban a la curva de Olleros donde había un señor que tenía burras. Nos daban en ese momento leche de burra. Vomitaba como 2 o 3 vasos y después volvía a tomar.

Yo siempre apoyé a mi papá en su trabajo. Iba a los actos del colegio, y los sábados a la noche, cuando él se iba al campo, lo acompañaba a los casamientos y cumpleaños de 15. Noches enteras en distintas partes, de andar por todo el departamento de Anta porque mi papá era el único, o uno de los pocos fotógrafos de la región. Tantos recuerdos que van unidos a cada momento de la vida. 

Cuando fui sorteado en el servicio militar, estaba con él en Salta comprando vidrios para su nuevo emprendimiento. Estuvimos los dos escuchando el sorteo de la numeración que me tocaba. Estuvo en cada parte de mi vida, una impronta que me marco a fuego y que me traen hermosos recuerdos, de mi infancia y de mi adolescencia. Cuando me vine a la facultad en Tucumán, mucho más fue el apoyo que tuve de él, siempre recalcando al margen de mi mamá, porque estamos hablando de él. Siempre preguntándome como estaba, que necesitaba, si estaba bien, como iba en la facultad. Constantemente recibiendo cajas de mercadería, era duro venirse a otra provincia, era un cambio radical y total. Después con el nacimiento de mi hijo, mi casamiento, son muchas las anécdotas para contar de mi papá, pero lo único que puedo resumir es que fue un papá de 10, un papá que nos cobijó, nos ayudó, nos apuntaló en los momentos difíciles que tuvimos en nuestra vida. Solo me queda decir que lo amo mucho y que quisiera ser el 10% para mi hijo, del padre que él fue para mí. Ya mi hijo es grande y creo que estoy recogiendo lo que aprendí de mi padre, para darselo siempre a mi hijo. Le mando un beso inmenso, un abrazo de oso y que nos siga acompañando por muchos años más, porque es importante su presencia, su onda, su vibra, nunca de mal humor, siempre sonriente, alegre, con esa chispa que lo caracterizo siempre y creo que todo González recuerda de él y fundamentalmente esa buena persona que ya casi no vienen hoy en día, una persona de palabra e intachable. Te quiero mucho papá y siempre vas a estar en mi corazón”, finalizó el primogénito. 

Susana que es maestra rural (Actualmente Directora), no se animó a hablar por la emoción que le representa expresar el amor gigante que tiene por su padre. 

Fabián quien se desempeña como médico en Orán sobre su padre, expresó: “El papi siempre fue un buen padre, estuvo presente en todos los momentos de nuestras vidas y  nos inculcó de chicos, muchos valores entre ellos la honestidad y el respeto que son muy importante en la vida”.

Y finalmente Guillermo, que trabaja en una escuela con alumnos discapacitados, también quiso dejar plasmado su enorme amor cuando nos comentó: “Para mí el papi es todo. Todo lo que soy se lo debo a él, los estudios, todos los valores que me enseño se los estoy transmitiendo a mis hijos, el respeto, la responsabilidad, el trabajo. Hasta el día de la fecha me sigue aconsejando en todo. Gracias a Dios que lo tengo y a donde voy siempre se acuerdan bien de él. Eso es lo importante cuando tienes un padre, que es excelente, respetuoso, buen padre, esposo y abuelo.

No sé con qué palabras describirlo. Lo queremos mucho y Dios gracias a Dios que lo tengo vivo y ya son los últimos años que hay que disfrutarlo. Uno es bendecido porque lo tengo a los dos, mi papá y mamá. Siempre lo recordamos, lo visitamos, lo queremos mucho. Dio todo por nosotros, nos apoyó en todas las cosas y ha estado presente siempre. Para mí es un orgullo que hoy un periodista tan reconocido como vos le haga una nota para su revista”, concluyó su hijo.

La fotografía es, en mi opinión, una estupenda forma de expresarse. Es una manera de congelar para siempre una sensación, un momento único e irrepetible. A lo largo de su vida, Antonio aprendió y entendió que una imagen vale más que 1000 palabras y cada vez se enamoró un poco más de lo hermoso que es la fotografía. 

Aprendió a sacar fotos por hobby y con mucho esfuerzo y dedicación logró llegar hasta lo más alto, siendo el primer y mejor fotógrafo de Joaquín V. González y el departamento de Anta. Creo que la clave de su éxito es el CORAJE, para luchar sin bajar nunca los brazos y siempre dando lo mejor que podía. Al principio fue difícil, y le habrán dicho por ahí que vivir de sacar fotos no se puede pero cuando las cosas se hacen con amor, perfeccionamiento y dedicación, todo es posible. 

Así es amigos, luchen por sus sueños, perseveren con energía por eso que los hace felices, tal como lo hizo Antonio. Sino… ¿para que vivimos?

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