Se ha escrito mucho sobre política y el poder. El ser humano siempre ha tenido sed de acumular riquezas, si lo hace de manera ética no hay problema. Lo mismo sucede con la política, si un ser humano ostenta un cargo público, debe de ser una persona que utilice ese poder para el bien de la sociedad.
Según Tuchman, Barbara (1985): "El poder embrutece y enloquece. A más poder, más embota y atonta a quien lo tiene". Se viene a la mente muchos mandatarios que murieron sin gloria muchos políticos tuvieron que ir al banquillo de los acusados o ser ejecutados por traidores a la patria.
Algunos políticos que tienen dinero o ya nacieron en cuna de oro también quieren tener el poder político. Es que, según ellos, el poder político los hará sentirse amados por el pueblo, el poder los hará sentirse dioses. Ejemplos son variados. Socialistas, marxistas, neoliberales, capitalistas, republicanos, demócratas, social-demócratas, partidos verdes, etcétera, es la gama de colores con los que un simple mortal llega al poder, después empieza una metamorfosis camaleónica.
Empecemos a hablar del presidente Donald Trump, un empresario exitoso sin embargo, la sed de poder le dijo que es necesario volver a tener la presidencia de Estados Unidos. Su narcisismo o engreimiento es parte de su personalidad. Su fortaleza es el convencimiento con la palabra. El poder en manos equivocadas llega al caos. Otro caso es del de Enver Halil Hoxha, fue presidente de la República Popular Socialista de Albania desde 1944 hasta su fallecimiento en 1985. Por haber sido un presidente dictador, ese país, el cual pertenece a la Unión Europea, es uno de los países más pobres. Aisló internacionalmente a Albania.
El poder embrutece, con Adolfo Hitler, se evidencia que no fue diestro para algunas actividades sin embargo, cuando tuvo el poder hasta aniquiló a sus adversarios. Esto me hace recordar a algunos candidatos que mandaron a asesinar a su contrincante más cercano. Todo por anhelar el poder. En la actualidad, Nicolás Maduro es un ejemplo claro que la política lo hizo cambiar.
No importa si ese poder sea para un, diputado, senador, ministro o presidente en sus acciones se evidencia que el poder los embruteció. Bien dicen que todo el mal que hace el ser humano, tarde o temprano, se descubre. Cuando un ser humano desea ingresar a la política, debe de saber que el poder lo puede hacer cambiar de personalidad. Sea una persona ética, intachable, con principios religiosos, etcétera, el poder político lo hará cambiar. Son pocos los políticos que terminaron su mandato y salieron por la puerta ancha.
Mientras tanto, el historiador holandés Lord Acton expresó: "El poder tiende a corromper, el poder absoluto corrompe absolutamente". Así ha sucedido en El Salvador, la corrupción y la sed de poder ha hecho que muchos políticos sean señalados. Unos llegaron pobres y salieron con maletas cargadas de riquezas. Los políticos se aprovechan del fuero, utilizan el nepotismo para bien de sus familiares. Cuando un político tiene poder, quiere servirse, anhela acumular propiedades, autos, viajan y despilfarran el erario del Estado.
Para ser un verdadero líder político, se debe pensar en el pueblo. Un político honesto debe tener un sueldo modesto (recordemos a Pepe Mujica), un político honesto no deja que el poder le envenene su cerebro. Cada político que existió o existe debe saber que es un empleado que llegó al poder gracias al voto. Algunos líderes son amados y queridos por el pueblo, otros son repudiados.
Escrito por Fidel López Eguizábal