El amor es también el único antídoto al tiempo. Nuestras horas en este plano son siempre más cortas, pero el amor tiene la mágica propiedad de darle un sentido infinito a cada segundo.
Rastreando el rumbo que nos lleva más allá del final de nuestro plazo vital, tropecé con un texto de Jairo Zavala (músico y cantante español conocido artísticamente como Depedro), donde revelaba (palabras más, palabras menos), las mismas sensaciones que a mí me importunan y persiguen todo el tiempo.
“Es que el final de las cosas indica que es el final y yo no quiero llegar ahí ¡Dejadme vivir!”
Hoy que siento que ya estoy atravesando la última curva de este viaje, ansío con voracidad transitar un poco más, para poder disfrutar de lo que queda del día. Intento aprovechar esa experiencia adquirida, para perfeccionar mi sentimiento de amor hacia los otros. Y en esa búsqueda, permitirme perdonar y mejor aún, tener grandeza, dignidad y honradez, como para pedir perdón a quienes he ofendido o dañado.
De sentimientos y amor hablo para asumir que la memoria se puede borrar. La tristeza del que olvida aunque no quiera olvidar. Hablo de desaparecer socialmente, de enfermedades que nos tocan de cerca. No hay nada más duro que alguien que está sufriendo porque tiene una grieta por la que se va su memoria.
En otro parte del argumento que da el artista, dice: “Todo está lleno de luces y sombras porque nuestro camino está lleno de eso. Y gracias a que hay sombras, somos capaces de apreciar los destellos. Me interesa reflejar el hecho de que podemos tropezar, levantarnos y darnos cuenta de que no pasa nada”, valoró Depedro, quien ya ha pasado la barrera de los 50 años al igual que yo, y confiesa que siente que afronta las cosas desde otro punto de vista. “Me gustaría pensar que tengo más claridad y serenidad, pero mis hijos a veces me demuestran lo contrario. Ahora sí que tengo más curiosidad que nunca, y más interés en aprovechar cada momento del día”.
Amigos, el amor puede salvarnos y tenemos que hacerlo con calma, sin rompernos la camisa. No hace falta mirar por encima, lo que nos falta es el alma para disfrutar del tesoro que tenemos enfrente de nosotros y en el que a veces nos ponen cosas en medio para distraernos en sinrazones.