Como es lógico prever, la mentira interfiere con un buen funcionamiento social. Con la mentira se gana el riesgo de que la gente no te crea cuando decis la verdad. Este es el precio principal de la falsedad, ya que al mentir se pierde la credibilidad, haciendo que se dude de la verdad incluso cuando se dice.
Y existe una tendencia a aceptar mentiras como verdades, porque la deshonestidad es cada vez más frecuente en nuestra sociedad actual. Cualquier acción, incluso si es inmoral, es aceptable si nos conduce al propósito esperado.
Por ejemplo, los políticos dan la impresión de poseer un desconocimiento total de la enunciación estricta de lo que es "mentira". Ya que por definición, una mentira es un testimonio o manifestación contraria a la verdad, que se sabe, se piensa o se siente. Se trata de una declaración falsa, a menudo dicha con la intención de ocultar la realidad y que se espera que los demás crean. Para quienes ejercen la política (sobre todo los que gozan de cargos electivos), una promesa electoral no se convierte en "mentira" si no se cumple. Puede ser una promesa incumplida, pero "mentira" no porque implicaría que el partido siempre supo que no la cumpliría.
Por lo tanto, un análisis indiscutible y además informado de manera adecuada y siempre basándose en la autenticidad de lo vivido, se considera un elemento resistente para enfrentar la realidad, y también establece el sostén fundamental para buscar y obtener la prosperidad.
No es necesario mostrar bellezas a los ciegos ni decir verdades a los sordos... Basta con no mentir al que te escucha ni decepcionar al que confía en vos. Las palabras conquistan temporalmente, pero los hechos, esos si nos ganan o nos pierden para siempre.
por Omar Dantur