El poder de un cargo no debería cambiar la personalidad de quien lo ostenta

- EDITORIAL

El poder de un cargo no debería cambiar la personalidad de quien lo ostenta
El poder de un cargo no debería cambiar la personalidad de quien lo ostenta

Algunos políticos actúan distinto a medida que van ganando autoridad y jerarquía. Posiblemente te ha pasado que has visto cómo un ciudadano cambia sus actitudes y la forma de dirigirse a vos, después de haber ascendido y ocupado un cargo importante en el ámbito ejecutivo o legislativo.


Despreocupadamente un militante podría cambiar su personalidad al momento de adquirir un puesto político. Es importante saber que el perfil del cargo no define la forma de actuar de las personas, pero sí determina las competencias técnicas y organizacionales del rol que tiene.

La personalidad del funcionario se debe ajustar al cargo requerido, de una forma natural y acorde a las funciones que va a ejecutar dentro de la sociedad.

En cuanto a la forma de ser que les conocemos, deberían ser los mismos de siempre y entender que la responsabilidad cambia y que deberían prepararse para adquirir habilidades de liderazgo e inteligencia emocional, que los lleven a la realización de las metas deseadas.

Es común que las personas sean diferentes de acuerdo al ámbito en el que se encuentren. Es como si se pusieran una máscara dependiendo con quién está.

En la mayoría de los casos las personas sí cambian su forma de ser al posicionarse como jefes, ejecutivos o gerentes. Es como si se olvidaran de dónde vienen y del cómo llegaron a obtener cierto nivel.

En mi concepto, solo tenemos una personalidad y una verdadera esencia que no debería cambiar solo por el hecho de tener poder.

Ese comportamiento es porque la persona, en algunos casos, se ve en la necesidad de ser aceptada y reconocida, por ende, cambia.

Este artículo está optimizado para dispositivos móviles.
Leer Versión Completa